¿Hasta qué punto ha sido efectiva la desconexión europea del gas ruso?
¿Resultados previstos o la conjunción de varios acontecimientos afortunados?
Antes, los envíos de gas de Rusia a Europa circulaban principalmente por cuatro gasoductos: Nordstream (de Rusia a Alemania a través del mar Báltico, ahora inoperativo tras un ataque de autor desconocido), Ukraine Gas Transit (tres gasoductos a través de Ucrania), Turkstream (de Rusia a Turquía) y Yamal (de Rusia a Polonia a través de Bielorrusia).
En 2021, los cuatro gasoductos recibieron juntos una media de 2.759 millones de metros cúbicos de gas a la semana. Sin embargo, esta cantidad descendió a 1.634 millones de metros cúbicos en 2022 y se redujo a 452 millones en 2023. Esto representa un descenso del 40% en 2022 y del 72% en 2023 en comparación con 2021, lo que se traduce en un descenso global del 83,6% de 2021 a 2023.
Europa ha podido sustituir el gas ruso por GNL procedente de Estados Unidos y Oriente Medio, al tiempo que aplicaba medidas de destrucción de la demanda, como restricciones al uso de electricidad en la industria. Estas medidas, combinadas con el aumento de los precios, han reducido la demanda.
Sin embargo, otros dos factores contribuyeron a la desconexión. Aunque es posible que no se den en el futuro: la menor demanda energética de China y un invierno relativamente cálido que no requirió un uso generalizado de la calefacción.
Esto plantea dudas sobre la capacidad de Europa para seguir dependiendo de la energía de otros países en un mundo más fragmentado. En específico sobre si Europa puede mantener las distancias con Rusia sin pasar por el aro de la complacencia para asegurarse el gas. Por último, plantea la cuestión de si es viable que Europa dependa de Estados Unidos no sólo militarmente, sino también en términos de energía.